La gestión de riesgos es una práctica esencial para cualquier empresa moderna, pero existen tres grandes enemigos que pueden comprometer su efectividad: la falta de identificación, la subestimación del riesgo y la ausencia de planes de contingencia.

El primer enemigo es no identificar correctamente los riesgos. Muchas organizaciones fallan en realizar un análisis exhaustivo de sus operaciones, lo que deja vulnerabilidades ocultas que pueden convertirse en crisis. La gestión de riesgos comienza siempre por una correcta identificación y valoración de todas las amenazas posibles.

El segundo enemigo es subestimar la gravedad o probabilidad de ocurrencia de ciertos riesgos. Minimizar su impacto o creer que “nunca nos pasará” es una de las principales razones por las cuales muchas empresas enfrentan pérdidas millonarias o daños reputacionales.

Finalmente, el tercer enemigo es la ausencia de un plan de contingencia efectivo. Identificar riesgos no es suficiente si no existe una respuesta estructurada y recursos asignados para actuar rápida y eficazmente cuando surja una amenaza.

En FAB, apoyamos a nuestros clientes en la implementación de programas de gestión de riesgos legales, regulatorios y operativos. Creemos firmemente que anticipar los problemas y planificar las respuestas es la mejor defensa para proteger el crecimiento y la continuidad de cualquier organización.

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